Empecé como un montón de
fotógrafos de calle: un ‘aspirante’ a Cartier-Bresson. Yo estaba en mis
veinte, en la Facultad de Derecho y odiándolo. "No hay dinero en el
arte", fue lo que mis antecesores chinos habían inculcado en mí. Debido a
que era bueno tanto con las palabras como en materia de memorización, dejé a un
lado la parte artística que siempre había sido tan importante en mi
adolescencia y me concentre en convertirme en un abogado de la ‘gran ciudad’.
El Internet era algo muy nuevo
en mi vida, y yo estaba muy emocionado y distraído por todo el arte que me
estaba mostrando. Recuerdo la
sensación de la primera vez que abrí un libro de Henry Cartier-Bresson en una
tienda, de maravillarme por la composición, el virtuosismo y el ímpetu del
hombre. Note, que una parte de mi
entendimiento de la vida había sido succionado de mí por un exceso de preparación
académica. Deje la escuela de Derecho y compré una cámara compacta digital Olympus y así, comencé a sacar
fotografías.
Fue una buena cámara, una de
las fotos que muestro aquí se tomó con ella, pero la falta de respuesta rápida
implicaba que no podía captar con suficiente eficiencia lo que estaba viendo.
Un par de años más tarde, finalmente había ahorrado lo suficiente como para
comprarme una cámara réflex digital aceptable, pero ahí había llegado a un
punto de crisis en mi relación con la tecnología y la digitalización. Me di
cuenta de que todos mis juguetes de alta tecnología no me estaban haciendo más
feliz, siendo por lo general poco fiables y de corta vida.
Quería salir de esa obsesión materialista,
basada en la montaña rusa de las actualizaciones. Sabía que Cartier-Bresson
había utilizado una range finder,
pero en ese tiempo no existían las range
finder digitales, así que qué me quedaba usar... ¿ película?
¿Después
de todos estos años? ¿Cuando todo el mundo
estaba adoptando lo digital? ¿Cómo diablos iba yo a procesarla? ¿Escanearla?
No sabía nada sobre el proceso analógico. Lo único que sabía era que estaba
harto del consumismo, harto de sentirme atrapado en los ciclos de compra a los
que la tecnología digital me subyugaba.
Me armé de
valor, y dejé de
mirar hacia atrás. No creo que
se trate de una "cámara
mágica", pero es importante tener las
herramientas adecuadas para realizar las fotografías que uno desea hacer, y para mí eso lo era la cámara range
finder. Vendí el pasado otoño la Olympus por alrededor de £25.
Bueno, confieso que padezco de
tendencia hacia la contrariedad: cuando todos los demás estaban utilizando
cámaras réflex digitales, pensé porque no
usar película de 35 mm en
blanco y negro en una range finder,
supongo que me gusta ser el clavo que
sobresale.
Mis imágenes tienden a reflejar mi angustia, lo que implica que tengo que seguir pidiendo disculpas por
presentarme como un tonto pesimista, pero sinceramente me veo más como un optimista decepcionado y cauteloso. Es un mundo difícil si no puedes dejar de ignorar
toda la ‘mierda’ que arrastra el éxtasis de lo cotidiano. En mi caso, tiendo a hacer mis mejores fotos cuando respondo
en parte al dolor que reside en mí,
todavía no he descubierto por qué.
Tal vez estoy canalizando en mis fotos, como si la cámara funcionase como pararrayos, ese mismo
pesimismo que me hubiera
convertido en un buen abogado.
Las fotos tienden a funcionar
mejor como parte de una secuencia o agrupadas de cierta manera, estas 6
imágenes me gustan por que tocan sentimientos, temas y preguntas que parecen
ocuparme con frecuencia: el vacío, natsukashii,
el consumismo, la anomia, la soledad, saudade
y la subyugación. Espero que os gusten.
Para ver trabajo de Anrew Lau favor de visitar: http://www.flickr.com/photos/andrewlau
Todas las imágenes © Andrew Lau